<body><script type="text/javascript"> function setAttributeOnload(object, attribute, val) { if(window.addEventListener) { window.addEventListener('load', function(){ object[attribute] = val; }, false); } else { window.attachEvent('onload', function(){ object[attribute] = val; }); } } </script> <div id="navbar-iframe-container"></div> <script type="text/javascript" src="https://apis.google.com/js/platform.js"></script> <script type="text/javascript"> gapi.load("gapi.iframes:gapi.iframes.style.bubble", function() { if (gapi.iframes && gapi.iframes.getContext) { gapi.iframes.getContext().openChild({ url: 'https://www.blogger.com/navbar.g?targetBlogID\x3d15072090\x26blogName\x3dSIN+SITE\x26publishMode\x3dPUBLISH_MODE_BLOGSPOT\x26navbarType\x3dBLACK\x26layoutType\x3dCLASSIC\x26searchRoot\x3dhttps://sinsite.blogspot.com/search\x26blogLocale\x3des_AR\x26v\x3d2\x26homepageUrl\x3dhttp://sinsite.blogspot.com/\x26vt\x3d1509012716353188866', where: document.getElementById("navbar-iframe-container"), id: "navbar-iframe" }); } }); </script>

27.12.07

El Naipe


No iba a elegir a otro. Abrió el mazo como un abanico y me dijo:

- Saque una carta amigo. Yo me voy a dar vuelta y usted con esta lapicera la firma justo en el centro.

Hacía cerca de una hora que el mago itinerante estaba plantado delante de nuestra mesa.

Era en un bar. Cualquier bar. De esos en los que se llega después de dar vueltas en la noche.

Armado sólo con un mazo de cartas, el hombre caminaba entre las mesas regalando sus trucos. Hacía uno, o a lo sumo dos, y seguía su recorrida. Pero éste no era el caso, se había quedado delante de nosotros.

Tomó la carta firmada y la mezcló entre las demás.

El tema era conmigo. Él se había dado cuanta de que yo no disfrutaba de su magia y que estaba todo el tiempo tratando de descubrirlo. Incluso llegué, en una actitud miserable, a decir a mis amigos en voz alta cómo el mago nos ‘engañaba’.

Sinceramente nunca supe cómo hizo ninguno de sus trucos. Y menos aún cuando sacó la carta con mi firma de su boca.

Entonces, casi derrotado, usé el último recurso que me quedaba para dejar mal parado al tipo y le dije:

- Bueno… ya que es tan mago, por qué no hace que la morocha de aquella mesa se enamore de mí. Sí, la segunda empezando desde la derecha.

Mientras negaba con la cabeza me dijo abusando de la ironía:

- Amigo… Yo hago que las cosas sucedan mágicamente. No tienen explicación. En cambio en el amor son todos trucos.

Dio media vuelta y se fue.

   

Blogger Manón dijo...

volvió Mandinga y cómo!

eso que llaman amor, suele ser una gran estafa, el mago sabe...

me saco el sombrero, señor de los infiernos.

27/12/07, 10:55 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Oh, te escribi algo lindo y se borró. Decía más o menos que te contesto acá lo de alla y que te cuento que no, no es nada autobiográfico, nada más lejano a mi en realidad, solo que tengo un hijo... En fin. Y ademas decía que qué bueno que volviste, dónde andabas, bienvenido.

2/1/08, 8:48 p. m.  
Blogger Amos dijo...

La magia sí existe, no veo por qué desconfias.
El amor es otro universo; es muy complicado, ni siquiera la raza de los magos lo entiende. Ahí suceden cosas sin explicación...



Me gusta tu blog... lo voy a recorrer más seguido...
Lo voy a recomendar en mi blog.

3/1/08, 6:02 p. m.  
Blogger lauruguacha dijo...

Ese mago era un chanta...tenía calle el chabón. Feliz Año, Mandinga!

8/1/08, 9:38 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Que bueno que haya retornado!
Se lo extrañaba.
Aplausos para el mago y para ud.
Besos,
PQH.

18/1/08, 1:56 p. m.  
Blogger Danixa dijo...

Bueno, basta. Volvé.

30/1/08, 11:31 p. m.  
Blogger Radio Gnome dijo...

esto es casi una genialidad, y este diálogo casi casi seguro te lo voy a robar.. ssshalú!

28/2/08, 1:59 p. m.  

Publicar un comentario

<< Página principal