Head & Shoulders
A partir del momento que descubrimos un tic ajeno, o una muletilla, nos hacemos tan sensibles a ellos que es difícil que se nos escape alguna vez. Y muchas son tan evidentes que no podemos creer no habernos dado cuenta antes.
Con esa misma lógica, cuando algún pequeño misterio se nos revela, comenzamos a reparar en él.
A mi me cambió la forma de mirar a las mujeres cuando “descubrí” sus hombros.
Veo en ellos el comienzo de las curvas. Cuando dibujo en el aire una silueta femenina imagino el inicio en el hombro.
Para mi gusto tienen que estar algo marcados. No al extremo de Linda Hamilton haciendo de Sarah Connor en Terminator, pero tampoco fláxidos y fofos. Tienen que tener la forma justa.
Disfruto cuando el atuendo permite lucirlos y dejarlos al descubierto. Se los destaco, aunque esa mujer en particular no me resulte del todo atractiva. Ese rasgo me puede. Pero no es que todas las mujeres con lindos hombros me gusten, pero si todas las mujeres que me gustan (y me gustaron) tienen lindos hombros.
Por eso, recomiendo: empiecen a mirarle los hombros a las mujeres. Les va a cambiar la vida.
Bueh… no es para tanto.