Reinvindicación de no pertenecer
Mientras las actividades se multiplican, los diferentes ámbitos en los que nos movemos se van apoderando de nosotros y, casi sin darnos cuenta, comenzamos a pertenecer.
En ocasiones nos sentimos cómodos en esa posición, ya que esa pertenencia nos da la contención necesaria para desenvolvernos con soltura. Se va desarrollando tan naturalmente al punto de que a veces sólo nos damos cuenta cuando NO pertenecemos a algún lado.
A veces (muchas), en mi caso particular, ese exceso de contención puede hacerme sentir encierro, y la comodidad se convierte en una especie de claustrofobia. Sin embargo, son pocas las ocasiones en que se puede salir ileso.
Pertenecer y estar es bueno.
No pertenecer y estar, como mínimo es incómodo.
No pertenecer y lograr salir es fabuloso.